domingo, 19 de agosto de 2012

La iglesia elegida por los ladrones

Inseguridad
Viernes 17 de agosto de 2012
La iglesia elegida por los ladrones 

La parroquia de San Antonio de Padua, en Gerli, fue asaltada seis veces en un año; críticas a la Justicia y a la policía








Luego de uno de los robos, el padre Luis Domínguez fue a dormir a la casa de un vecino.
Foto: Graciela Calabrese


Al sacerdote Luis Domínguez, cura de la parroquia de San Antonio de Padua, en Gerli, partido en Avellaneda, nadie le puede hablar de sensación de inseguridad. El sabe, como nadie, lo que hace el delito en la sociedad. En un año, en la iglesia donde celebra misa y lleva adelante su tarea evangelizadora, hubo seis robos y dos ocurrieron el mismo día.

"Los delitos no son sólo en la parroquia, a muchos vecinos también les roban. El barrio cambió mucho por las drogas y la mafia del narcotráfico, porque los chicos que roban son de la zona y, antes, no pasaba esto", dijo, desilusionado, el sacerdote.

Después de un asalto, en el que los delincuentes rompieron una reja, el sacerdote decidió ir a dormir a lo de un vecino. Los seis robos en la parroquia de San Antonio de Padua ocurrieron desde el 26 de julio del año pasado. El cura parece resignado ante la realidad. Pero no sólo se queja del delito, sino también de la tarea de la policía bonaerense.

"Hace un año, en uno de los primeros robos, un policía les dijo a los ladrones: «Muchachos les dije que no aparezcan más», y los dejó ir. Por más que hubo testigos que identificaron a los delincuentes, nunca hubo ni un detenido", recordó a LA NACION el padre Domínguez.

El cura párroco contó que debió hacer la denuncia del asalto en un juzgado de Garantías, porque en la fiscalía correspondiente no se la quisieron tomar.

Los últimos robos ocurrieron el martes pasado: dos asaltos en el mismo día, uno fue a las 2 y el restante, a las 11, mientras algunos chicos estudiaban en la parroquia.

"Yo no estuve en el segundo robo, porque estaba en la comisaría denunciando el primer hecho. A la madrugada, llamé al 911 y no vino nadie. Por suerte, hice ruido y pude ahuyentar al ladrón, pero dejó la reja rota", describió el sacerdote Domínguez.

En los robos anteriores, al cura le robaron su netbook, dos discos rígidos de las computadoras que hay para estudiar, un proyector, teléfonos celulares, y dinero. Los ladrones no se robaron cosas de valor de la iglesia, aunque el cura aclaró que sólo "por ahora" no se llevaron ese botín.

TRISTE HISTORIAL

El primer hecho delictivo sucedió a las 5 del 26 de julio del año pasado, cuando un grupo de siete delincuentes entró en la casa parroquial. Los ladrones, que tenían más de 25 años, y de los cuales el sacerdote logró identificar a uno, golpearon al religioso y lo arrojaron al suelo. Cuando la policía llegó, según Domínguez, dejó libres a los ladrones, quienes huyeron con su botín.

El robo ocurrió después de que el cura comenzó a denunciar la quema de cinco casas en el barrio. Muchas de las familias que tuvieron sus viviendas quemadas se albergaron en la iglesia. En la fiesta parroquial el cura le pidió públicamente al obispo que tomaran cartas en el asunto: "Cuando me asaltaron ese día me dijeron: «¿Vos sos el que se hace el vivo con nosotros? Te vamos a quemar la iglesia»", recordó el párroco.

El padre responsabilizó por los episodios a las autoridades municipales y a la policía: "Nosotros conformamos una asamblea de vecinos que se llama Gerli de Pie. Ahí empezamos a denunciar que la Municipalidad cobraba un impuesto de alrededor de 50 pesos para el pago de la cooperadora policial, que no funcionaba más", dijo.

Domínguez pidió irse de la parroquia, pero negó que su renuncia tuviera relación con los robos. "Hace mucho que venía hablando con el obispo de hacer un traslado. Como yo soy médico y trabajo, no puedo estar todo el tiempo acá", explicó el cura, que desde hace más de cuatro años está en la iglesia

Anoche un grupo de vecinos se reunió en la parroquia para exigir seguridad y apoyar al sacerdote. Los presentes afirmaron que la inseguridad no sólo se vive en la iglesia. Relataron hechos delictivos que ocurrieron en distintos puntos del barrio.

"Me da mucha pena, porque hay un sistema que no está funcionando, y eso me duele mucho. Al denunciar, estamos haciendo algo, pero los demás no hacen nada", concluyó Domínguez.

Por Marina Herrmann | LA NACION