lunes, 25 de abril de 2011

Martha Pelloni acusó a Insfrán de permitir la explotación infantil

Foto: Cedoc

18.04.2011

Martha Pelloni acusó a Insfrán de permitir la explotación infantil

La monja escribió una misiva a los medios para denunciar al gobernador K de Formosa "por matar la liberdad de los formoseños" con "la mentira y la amenaza".

La religiosa Sandra Pelloni acusó públicamente al gobernador Gildo Insfrán.

Luego de ser acusado de "genocida" por la represión policial contra la comunidad Qom (toba), el gobernador K de Formosa, Gildo Insfrán, vuelve ser objeto de duras críticas por su gestión. Esta vez la monja Martha Pelloni, titular de la Red Infancia robada, lo acusa de "atropellar los derechos humanos" en una carta que envió a varios medios del interior.

Pelloni, recordada por su actuación en el caso María Soledad en Catamarca, denunció que tras una visita a la localidad de Clorinda (Formosa), fue "agraviada" e "insultada" cuando quiso impartir unas jornadas sobre trata, explotación y violación de personas. No sólo eso: con la carta contó cuán ausentes están los controles del Estado en distintos ilícitos, como la explotación infantil, el tráfico de drogas y hasta el de órganos.

"La Gendarmería de ambos países estaban sentados tomando mate y ni siquiera pedían documentos. La oficina de Migraciones estaba cerrada (...) Nos mostraron las puertas de los localcitos donde guardan la mercadería con una habitación para la prostitución de menores, que funciona allí mismo donde compran sexo los mismos mercaderes y pagan con un celular, zapatos, ropa etc", relató la religiosa.

Las denuncias de Pelloni fueron múltiples y muy grave: "Una gran clínica privada de un tal Martínez. No dudaron en decirnos del tráfico de órganos. Me hacía acordar a la frontera de Juarez en México (...) "Particularmente me impresionó la cantidad de niños esclavos laborales porque no tenían más de 15 años. Niños mulas porque lo que llevan en el cuerpo por ley no se revisa. (...) Dentro de 10 años no tienen riñones ni columna vertebral sana", apuntó.

El tráfico de drogas también quedó expuesto a los ojos de la monja que encabeza varias ONG. "La droga va y viene , los mismos chicos y taxistas te muestran quiénes son los que venden y mandan pasar de un lado a otro", siguió.

Pelloni explicó su cometido: "Todo esto para que comparemos los grandes diálogos de nuestros políticos y sus discursos con las verdaderas decisiones que muestran la realidad que le describo". Incluso reveló que el sacerdote Francisco Nazar, quien competirá con Insfrán por la gobernación, fue "perseguido" por la fuerzas de seguridad de la gobernación.

"Ud. es conocedor de la denuncia y del pedido de Habeas Corpus que con posterioridad tuvo que hacer Francisco Nazar", le disparó la religiosa a Insfrán. Así como le espetó que "su gobierno tiene instalada la corrupción Institucional que destruye todo intento de democratización y saneamiento de la convivencia ciudadana. Con tantos años de gobierno ha matado la libertad de los Formoseños con las armas más siniestras y cobardes de esgrimir: La Mentira y la Amenaza".

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jueves, 21 de abril de 2011

Su madre dice que la cocaína “le destruyó la cabeza”.


La historia del adolescente que mató buscando plata para comprar droga

18/04/11

El crimen de la cocaína. En enero pasado, un chico de 19 años se metió a robar en un departamento vecino y asesinó a un joven a cuchilladas. Está preso desde entonces. Su madre dice que la cocaína “le destruyó la cabeza”.

PorNahuel Gallotta

Estela todavía está convencida de que le cambiaron la vida y el hijo. Hasta la mañana del 28 de enero pasado siempre se había imaginado del otro lado, el de la víctima. Pero fue al revés: su hijo Martín, de 19 años, está preso en la cárcel de Marcos Paz acusado de asesinar a cuchilladas a Juan Magnasco (21), un vecino que vivía en la misma manzana del barrio de Belgrano.

Martín se metió allí para robar, buscando plata para comprar droga .

Tras su detención, la Policía dijo que Martín pertenecía a la barra brava de Excursionistas. Un tiempo después, directivos e hinchas del club, amigos y familiares se encargaron de desmentirlo. Martín apenas iba los sábados a la cancha. No era socio y en el último tiempo, después de haberse puesto de novio, había dejado de ir. En los foros de noticias en los que se contó el hecho, quienes decían conocer a Martín no podían creer que fuera el asesino . La Policía cree que actuó drogado. Una vecina lo vio caminando ensangrentado, con un cuchillo tramontina en la mano . De ahí fue y se encerró en su casa, donde la Policía halló un celular y una notebook de la víctima.

Ahora es mediodía de un jueves en Belgrano y Estela invita a pasar a su departamento. La única luz del living es el reflejo del sol que entra por la persiana que da al balcón. En la mesa junto a la pared hay tarjetas de teléfono que son para que Martín (su familia pide no revelar su apellido) se comunique desde la cárcel. En el piso hay una pila de ropa que amigos y ex compañeros llevaron para él.

“Lo que a Martín le destruyó la cabeza, y es un tema serio en los chicos como él, es la cocaína. Eso lo mató . Habíamos hablado para internarlo, pero creíamos que conversando encontraríamos la solución. Decía que iba a poder solo, que era fuerte ”, cuenta Estela a Clarín, mientras prende un cigarrillo y atiende los llamados de gente que pregunta por su hijo.

Durante la media hora de charla, su celular sonó cuatro veces. Todavía llama mucha gente que quiere sacarse la duda. Les cuesta entender que Martín, el pibe alto que jugaba al básquet, paseaba perros y repartía pizzas por Belgrano haya cometido un asesinato. En la computadora de la casa se acumulan mails por el mismo tema.

Martín trabajó en rotiserías y heladerías repartiendo a pie y en bicicleta. También lo hizo en una veterinaria paseando perros, y después un peluquero del que se había hecho amigo lo hizo entrar de aprendiz.

Su mamá Estela trabaja en un comercio de ropa y su papá es taxista. Tenía –aún tiene– en mente un emprendimiento familiar para incluir a Martín, que en el último año, por su adicción a las drogas, no podía cumplir responsabilidades laborales ni educativas.

“Había quedado libre de un colegio donde hacía cursos acelerados –recuerda Estela–. Quería terminarlo y ponerse a cursar veterinaria, volver a jugar al básquet en River. Tenía proyectos, planes, pero la droga hizo que perdiera sus responsabilidades; hacía todo por la mitad.

Recién ahora puedo asociar su comportamiento con el consumo ”, dice la madre.

Cuando era tarde y Martín no llegaba, Estela recuerda que lo llamaba a su celular. Si no lo atendía, intentaba comunicarse con sus amigos para poder irse a trabajar tranquila. Según Estela, ella vivía pendiente de su hijo más chico y tenía un listado de teléfonos de personas a las que les había pedido que lo ayudaran a dejar de consumir .

En la madrugada del crimen Martín estuvo solo en su departamento de la calle Arcos. Estela cree que su hijo pasó la madrugada consumiendo cocaína y que tuvo un brote de violencia . Que se metió a la casa vecina por un patio, desesperado para robar algo que pudiera vender y así comprar más droga. Entró por una ventana al edificio de la familia Magnasco, en Sucre al 2100, posiblemente pensando que no había nadie. Encontró a un chico casi de su misma edad, forcejearon y lo mató.

“No podemos sacarnos de la cabeza a la familia de Juan. Yo le dije a mi marido que les enviara una carta, no sé, no sabemos cómo acercarnos. No puedo dejar de ponerme en el lugar de madre, estoy muy angustiada. Martín tenía una opinión formada de la inseguridad, estaba en contra. Por eso no entendemos lo que hizo” , dice Estela.

Ella asegura que cuando salía a caminar con Martín lo saludaban vecinos, comerciantes, policías. A algunos chicos de su grupo de amigos los había conocido en un ciber de la calle Amenábar. “Estoy preocupadísima y asustada. Yo sé que Martín debe tener un castigo, pero tengo miedo de que cuando salga no haya tiempo para que disfrute de la vida”. Estela teme que a su hijo le den reclusión perpetua.

En la cárcel, Martín pidió libros y un block de hojas para escribir. Estela dice que él le enseña palabras que aprende en la cárcel. Y asegura que, cuando hace fila para entrar a verlo, escucha a otras madres hablar de la droga.

“Todas hablan del paco y de la cocaína. Yo me pregunto, ¿por qué es tan fácil comprar drogas? ¿por qué nadie cuida a los pibes? Martín odiaba a la cocaína, pero la droga podía con él. La venden en todos lados. Son cabezas en formación las que están matando”.

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domingo, 17 de abril de 2011

Narcotráfico, una lucha que se pierde


Narcotráfico, una lucha que se pierde
16/04/11

Como revelan los cables dados a conocer por WikiLeaks, en varias oportunidades, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, sostuvo ante funcionarios de la Embajada de Estados Unidos, que la Argentina no podía ganar la batalla contra el narcotráfico y que, en todo caso, aspiraba a no perderla en malas condiciones.

Por el contrario, en forma pública, los funcionarios del Gobierno afirmaron reiteradamente que no existe un problema de narcotráfico y que el país era, en todo caso, un lugar de tránsito.

Los hechos demuestran que el narcotráfico tiene una presencia creciente en la Argentina, como se verifica en el comercio minorista y en la formación de organizaciones de distribuidores, especialmente en barrios carenciados, en las grandes operaciones de traslado de droga hacia Europa, en el contrabando de efedrina que salió a la luz a partir del triple asesinato de General Rodríguez y en los numerosos vuelos clandestinos que se detectan en varias provincias del norte e, incluso, en el litoral del país.

Un dato reciente y relevante de este cuadro es que la Justicia española confirmó que la droga del avión que ingresó en Barcelona en enero pasado, fue cargada en la Base Aérea de Morón, un dato negado en su momento por el Gobierno.

Esta situación no es consecuencia sólo de la creciente presión de las redes internas y externas del narco por expandir su negocio, sino de la debilidad de la política oficial en la materia. Cabe señalar la demora en instalar radares adecuados para detectar los vuelos que transportan drogas o la sospechosa inacción que tuvo durante años la Unidad de Información Financiera, encargada de la lucha contra el lavado de dinero, un aspecto clave de la lucha contra el narcotráfico. En estas condiciones es inevitable que la Argentina se haya convertido en una presa fácil del narcotráfico, con las graves consecuencias que esto tiene en materia de salud, seguridad y penetración de los intereses del narcotráfico en el aparato estatal.

Aníbal Fernández afirmó, ante funcionarios de la Embajada de EE.UU. que el país pierde la batalla contra el narco, lo cual es cierto y consecuencia de la debilidad de la política oficial.

http://www.clarin.com/opinion/Narcotrafico-lucha-pierde_0_463753816.html

Estrategias que llevan a la derrota contra el narcotráfico


Estrategias que llevan a la derrota contra el narcotráfico

Juan Gabriel Tokatlian
Para LA NACION

Jueves 14 de abril de 2011 | Publicado en edición impresa

El deber fundamental que tiene la Argentina frente al tema de las drogas y el crimen organizado es tener un diagnóstico preciso, franco y consensuado. Si el país pretende alcanzarlo es importante que sus dirigentes, funcionarios, analistas y comunicadores eludan cinco estrategias que, a pesar de ser usuales, se han probado nocivas: la negación, la confusión, la desatención, la consolación y la tergiversación. Probablemente, algunos ejemplos concretos ayuden a comprender la gravedad y los costos que se derivan de asumirlas.

Un caso emblemático de la estrategia de la negación ha sido México. En mayo de 1997, por ejemplo, se difundió un informe elaborado por el Grupo de Contacto de Alto Nivel mexicano-estadounidense en el que se afirmaba que los narcotraficantes mexicanos "no han logrado reflejar su poder económico en un poder político equivalente".

Asimismo, se indicaba que "carecen de infraestructura y de organización necesaria para efectuar, por sí mismos, operaciones de magnitud internacional". Por último, se aseveraba que "una organización mexicana difícilmente podría insertarse en esquemas culturales ajenos a los suyos con la facilidad con que lo hacen las organizaciones de otros países que conocen y fundamentan sus operaciones en su propio contexto". Una década después, la letalidad del narcotráfico en México es elocuente. ¿Qué sucedió? En los noventa, el caso "descarriado" era Colombia: de allí que Washington le retirase la visa de entrada al presidente Ernesto Samper y sometiera al país andino a una inclemente política coercitiva. México, por el contrario, y debido a razones de política interna en Estados Unidos, era el caso "ejemplar", a pesar de que el narcotráfico crecía a los ojos de todos, a uno y otro lado de la frontera. A México y a Estados Unidos les servía, por motivos distintos, negar la dimensión que ya tenía el crimen organizado mexicano.

La estrategia de la confusión ha consistido en asumir la existencia de dicotomías nítidas frente a las drogas. Una de las perspectivas más habituales es la que separa "países productores" y "países consumidores". Bajo esta racionalidad, América latina sería un polo productor de drogas y Estados Unidos y Europa, los polos de consumo. Lo anterior ha disimulado que Estados Unidos se haya ido convirtiendo en el principal productor mundial de marihuana, que Holanda y Bélgica sean dos de los más grandes productores mundiales de éxtasis y que, en conjunto, los países de Sudamérica constituyan el tercer mercado mundial de consumo de cocaína. Divisiones semejantes se hacen entre "puntos de tránsito" y "núcleos de distribución", entre "receptores y proveedores de precursores químicos" y entre "vendedores de estupefacientes" y "mercaderes de armas". Este tipo de segmentación no ayuda a entender la complejidad del asunto de las drogas, su expansión y capacidad de mutación. Lo fundamental es comprender cómo opera globalmente el emporio de las drogas y cómo se despliega en cada espacio territorial específico.

A su vez, la estrategia de la desatención se ha manifestado en el desdén y la naturalización de ciertos procesos y medidas. Por ejemplo, bajo la racionalidad de la "guerra contra las drogas" se entiende que hay efectos indeseados y alcances indeliberados y, por lo tanto, se los incorpora en la implementación de aquella cruzada. Prevalece la decisión política -sea burocrática o ideológica- de continuar el curso de acción. Si se conciben paliativos es, primordialmente, para hacer más eficaz la acción punitiva. Se impone, casi siempre, un uso instrumental de la información y el aprendizaje logrado es insustancial: la "guerra contra las drogas" no se puede ni debe detener. Por ello, sólo un fracaso estrepitoso de la política vigente, un costo presupuestal astronómico para sostenerla o la configuración de una coalición sólida con suficiente poder para impugnarla podría alterar la continuidad de la cruzada antinarcóticos.

La estrategia de la consolación se caracteriza por proclamar, cada cierto tiempo, una gran victoria contra el narcotráfico a pesar de que el problema persiste, muta y se degrada. Por ejemplo, la extradición de nacionales ha sido un pilar importante de la política antinarcóticos en varios países de América latina. Con esta práctica se esperaba que los sistemas judiciales tuvieran una menor carga y pudieran fortalecerse. Se buscaba también que la colaboración jurídica redundara en efectividad respecto de la desarticulación del fenómeno de las drogas, y que la amenaza y el uso de este instrumento sirvieran como disuasivo para que ingresaran menos personas en el negocio. En la última década, el recurso a la extradición se convirtió en un hecho común en México, la Cuenca del Caribe y el mundo andino. En ese sentido, Colombia ha sido el país que en la historia contemporánea ha extraditado más nacionales. Sólo entre 2000 y 2010 el total de ciudadanos colombianos extraditados alcanzó la cifra de 1221; la gran mayoría de ellos a Estados Unidos. Sin embargo, la aplicación de la extradición ha sido, en materia de lucha antidrogas, bastante inútil. Los narcotraficantes no se han disuadido (siempre hay alguien que reemplaza al extraditado); la justicia no ha incrementado su eficacia (salvo simbólicamente); el emporio de las drogas no se ha reducido (sino que se ha readecuado); la violencia y criminalidad no se ha modificado (aunque se dispersó en términos geográficos); el consumo interno de sustancias psicoactivas ilícitas en los países que la aplican no ha decrecido (en varios casos aumentó) y el impacto sobre la demanda ha sido nulo.

Asimismo, la estrategia de la tergiversación se ha reflejado a través del involucramiento de las fuerzas armadas en el combate contra las drogas. Aquello que comenzó como una participación episódica y temporal en tareas que competían a la policía y/o a cuerpos de seguridad especializados se fue transformando en una labor constante y decisiva de las fuerzas armadas de la mayoría de los países latinoamericanos. Ante las exigencias de Washington y el interés corporativo de muchos mandos castrenses en la región, la militarización de la lucha antinarcóticos se volvió irresistible. En todos los casos en los que se manifestó esa militarización, los resultados fueron desafortunados en el terreno institucional, e improductivos en el combate mismo contra las drogas. Cada cierto tiempo, se anuncian victorias trascendentales gracias al despliegue represivo militar: al cabo de algunos años, comparando las situaciones históricas y las existentes, y ante la multiplicación de frentes de combate antidrogas, se aprecia que apenas se trataba de triunfos pírricos.

En este contexto, si la Argentina desea evitar esas cinco estrategias resulta clave asumir premisas sustentadas en evidencias específicas. Primero, es indispensable comprender el lugar del país en la actual geopolítica de las drogas para no caer en la tentación de negar lo que sucede ante nuestra vista. El hecho de que la demanda interna haya mostrado en años recientes niveles inquietantes; de que el Cono Sur (en especial, Brasil y Paraguay) se haya vuelto un escenario fundamental de despliegue del crimen organizado; de que la empresa de los narcóticos pretenda alcanzar mercados en auge (como Europa) a través de nuevos nodos de tránsito en África occidental (Ghana, Guinea, Nigeria) para lo cual la ubicación de la Argentina es estratégica, y de que mafias transnacionales, en sociedad con grupos delincuenciales locales, operen con facilidad en el país hacen de la Argentina un actor cada vez más gravitante en la dinámica de las drogas. En los próximos años ese papel crecerá de no adoptarse medidas certeras y eficaces.

Segundo, es importante no confundir lo que sucede en el país. Hace un buen tiempo que la Argentina no es sólo un punto de tránsito: hoy está atravesada por una lucrativa cadena productiva ilícita que involucra procesamiento, tráfico, distribución y uso de drogas; actividades vinculadas a los precursores químicos, al lavado de activos y a las armas livianas; manifestaciones de violencia múltiple; el asentamiento de bandas internacionales ligadas al emporio de los narcóticos; la corrosión de la justicia; el avance de la criminalidad nacional; la connivencia entre crimen organizado, fuerzas policiales y grupos políticos; el aumento de la corrupción pública y privada. La idea de que en materia de drogas hay un "afuera" caótico y agresivo y un "adentro" estable y controlable es errada y peligrosa.

Tercero, no es prudente desatender los efectos indeseados de ciertas políticas públicas o de su ausencia. En general se entiende que los tomadores de decisión no diseñan o ignoran algunas políticas con una intencionalidad negativa prefigurada. Sin embargo, es pertinente preguntarse si después de tanto tiempo de implementación de las mismas tácticas con los mismos resultados y de desconsiderar otras medidas más razonables no será hora de reestructurar la política antinarcóticos. Criminalizar más al usuario de drogas no resuelve el problema y tiene consecuencias sociales perjudiciales. A su vez, carecer de un sistema de radares para detectar el ingreso de aeronaves hostiles es incomprensible ante la envergadura del tema de los narcóticos en Sudamérica. En realidad, a estas alturas se trata de un error político significativo: es de esperar que la creación del Ministerio de Seguridad sirva para establecer una política integral y sólida en materia de drogas.

Cuarto, la Argentina no se puede consolar con el hecho de que sus problemas en el frente de las drogas sean menores que los de naciones como Brasil, Colombia o México. Ese tipo de consuelo lleva a reforzar la estrategia de la negación y, cuando el problema estalla en toda su dimensión, a buscar una salida categórica, rápida y milagrosa. Muchas evidencias en la región muestran que el consuelo temporal termina en tragedia definitiva. Todo lo que se haga, o se deje de hacer ahora, tendrá consecuencias.

Quinto, el país no debe quedar preso de la tergiversación. Involucrar a las fuerzas armadas en la lucha contra las drogas es la peor opción. El efecto de la participación militar en las acciones antinarcóticos ha incidido negativamente sobre las relaciones cívico-militares, en el estado de los derechos humanos y en los grados de corrupción a lo largo y ancho de América latina. El papel directo y activo de las fuerzas armadas no significó un avance en la eliminación ni incluso en la reducción de las drogas.

En síntesis, es crucial una mayor deliberación sobre los desafíos que ya generan el narcotráfico y el crimen organizado, y ésta es la antesala de un buen diagnóstico.

© La Nacion

El autor es profesor de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la UTDT

lunes, 11 de abril de 2011

Sin radares, sin aviones, sin ley


Sin radares, sin aviones, sin ley

El Estado está prácticamente desarmado para enfrentar con posibilidad de éxito los vuelos ilegales

Lunes 11 de abril de 2011 | Publicado en edición impresa

Daniel Gallo

LA NACION

Los vuelos ilegales representan uno de los problemas estratégicos del Estado. El narcotráfico aprovecha esa vía libre en el aire, y ningún programa de prevención de consumo de drogas será útil si la oferta no se detiene. El trabajo de las fuerzas de seguridad tiene aciertos en el aumento de decomisos de las avionetas y su carga. Pero sin radares, el Estado está ciego. Y sin ley de derribo, el Estado está limitado.

Al hacerse referencia a los vuelos ilegales, siempre aparecerá la controversia por la radarización incompleta del país. Los proyectos se sucedieron en los gobiernos de Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Kirchner. Hoy siguen los solitarios y viejos radares móviles instalados en Resistencia y Posadas, además de los poco útiles radares de tiro del Ejército, en Formosa y Salta.

Ahora, la empresa Invap logró la adjudicación directa para la construcción de radares militares, un proyecto que, extrañamente, maneja el Ministerio de Planificación y no el de Defensa.

Por el momento, la promesa oficial es esperar, como ocurrió antes. Mientras tanto, las avionetas ilegales mantienen su actividad y el Estado, directamente, no las "ve". El año pasado, el centro de control de la Fuerza Aérea, instalado en un búnker subterráneo en Merlo, sólo emitió 14 avisos sobre intrusos a las fuerzas de seguridad federales. Hace más de diez años que esos radares móviles están fijos en los mismos lugares. Será difícil que se descubran muchos vuelos ilegales de esa forma. Las avionetas sólo deben esquivar el alcance de esos radares para llegar siendo "invisibles" incluso hasta el Gran Buenos Aires.

Como forma de patrullar la zona de frontera, el año pasado hubo una iniciativa para adquirir aviones no tripulados a una empresa israelí. Brasil ya había comprado esa tecnología para sumarla a sus sistemas completos de vigilancia aérea. Dado que las fuerzas armadas argentinas tienen sus propios desarrollos de aviones no tripulados se frustró la negociación internacional. Mientras se espera a que esa tecnología nacional sea puesta a punto, el espacio aéreo seguirá prácticamente liberado para las avionetas ilegales.

Sólo el esfuerzo casi artesanal de la Gendarmería muestra algunos resultados positivos. El área antidrogas de esa fuerza creó una unidad especial para investigar las potenciales pistas de aterrizaje. Así, los gendarmes lograron ejecutar varios operativos. En breve, esas unidades tácticas podrían contar con helicópteros de transporte Huey II.

Pero más allá de las investigaciones sobre las redes del narcotráfico -en general, en un mismo embarque llega droga de varios minicarteles-, el Estado mantiene la deuda de promover un debate sobre la ley de derribos, la autorización legal para disparar a aeronaves intrusas. Un radar sin un avión interceptor no tiene sentido, y éste, sin órdenes de disparo, tampoco. La Argentina no tiene radares, no tiene aviones y no tiene ley de derribo. En cuatro cumbres presidenciales desde 2005 se autorizó, por decreto, a disparar contra potenciales aeronaves ilegales. En esos días, obviamente, nadie voló de manera ilegal.


SECUESTRARON CUATRO TONELADAS DE MARIHUANA

Unos 4153 kilos de marihuana, cuyo valor comercial alcanza los 17 millones de pesos, fueron incautados anteanoche por la Prefectura en la localidad de Puerto Rico, en la provincia de Misiones. El procedimiento fue el resultado de tareas de investigación que permitieron determinar que se intentaría ingresar droga desde Paraguay hacia la Argentina, por lo que se dispuso un operativo de vigilancia de la zona. Las tareas se iniciaron a las 22.15, cuando los efectivos observaron cinco botes a remo, provenientes de la costa paraguaya, donde hallaron la droga. Interviene en la causa el Juzgado Federal de Eldorado, a cargo de José Luis Casals.

lunes, 4 de abril de 2011

La "ficción" de los carteles extranjeros

La "ficción" de los carteles extranjeros

Escepticismo de Aníbal Fernández sobre la creciente presencia de narcotraficantes colombianos

Domingo 03 de abril de 2011

Incómodo ante la pregunta, Aníbal Fernández se mostró "escéptico", pero se cuidó de lanzar otro de sus estiletes retóricos. Corría enero de 2005 y el senador demócrata Chris Dodd acababa de preguntarle sobre el "creciente involucramiento" de colombianos en el narcotráfico local, según consta en uno de los cables que obtuvo WikiLeaks y cedió a La Nacion.

El entonces ministro del Interior buscó disipar la sombra de los carteles colombianos en el país, una prédica que sostiene en público hasta hoy. Pero uno de los acompañantes de Dodd, el representante en Buenos Aires de la agencia estadounidense de lucha contra el narcotráfico (DEA, en sus siglas en inglés) insistió. Le dijo que los "colombianos están detrás de un número de grandes casos de drogas siendo actualmente investigados por las autoridades argentinas y estadounidenses". Entonces sí, Aníbal Fernández lo admitió: "Sí, es posible".

El diálogo -y en particular la consulta de los emisarios estadounidenses- resultó premonitorio. Ocurrió más de tres años antes de que la Argentina se sacudiera por el asesinato de dos colombianos en Unicenter u ocurriera el triple crimen de General Rodríguez, dos ejecuciones de estilo mafioso tan típico como habitual en las disputas por el control del territorio entre carteles, sea en México, Colombia o Perú.

En enero de 2006, la visión explicitada de otros emisarios norteamericanos tras una visita al país resultó aún más preocupante. Dos expertos del comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes concluyeron que "el problema del narcotráfico en la Argentina va a empeorar antes de mejorar", que los gobiernos europeos deberían colaborar más con la lucha local, y que debía prestarse especial atención a la construcción en el país de laboratorios de cocaína. "Un aumento significaría problemas", alertaron.

Dos meses después, el embajador Lino Gutiérrez informó a Washington algunos avances registrados en la Argentina, incluido los decomisos de 160, 200 y 400 kilos de cocaína en distintos operativos durante el primer trimestre de 2006 que podrían vincularse de algún modo entre sí. Eso, dijo, "sirve para ilustrar la naturaleza compleja e interconectada de las operaciones de contrabando de drogas en la Argentina".

Ficción

Su sucesor al frente de la embajada en Buenos Aires, Earl Anthony Wayne, mantuvo el énfasis. En enero de 2009 destacó que Aníbal Fernández continuaba negando la presencia de carteles extranjeros en el país, "a pesar de la evidencia indicando que los carteles colombianos y mexicanos operan en la Argentina", algo que para el ministro era "mera ficción".

En julio de ese mismo año, la embajada comunicó por escrito su análisis sobre el narcotráfico en el país durante el primer semestre de 2009. Lo recibieron en los departamentos de Estado, Justicia, Defensa, Seguridad Interior y Justicia, en la Dirección Nacional de Inteligencia, en el Comando Sur del Pentágono y en las embajadas propias en Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay.

En un crudo anticipo del decomiso en España de una tonelada de cocaína cargada en la base aérea de Morón, el segundo de la embajada, Thomas Kelly, alertó sobre el aparente "uso ampliado de pequeñas aeronaves para traficar cocaína y marihuana a través de la frontera norte del país", que se baja y prepara para su "envío a Europa (la cocaína) o su consumo doméstico (marihuana y cocaína)".

Sin embargo, y en lo que resulta una constante de los cables diplomáticos, Kelly destacó tanto los problemas observados en la Argentina como también que "las fuerzas de seguridad argentinas siguen cooperando eficazmente con los funcionarios de Estados Unidos y otros países, esfuerzos de cooperación que terminaron con importantes arrestos y decomisos".

http://www.lanacion.com.ar/1362537-la-ficcion-de-los-carteles-extranjeros

Clima de derrota frente al narcotráfico


Los documentos de WikiLeaks

Clima de derrota frente al narcotráfico

"No podemos ganar" la guerra contra las drogas, le dijo Fernández a la embajada de EE.UU.

Domingo 03 de abril de 2011

Aníbal Fernandez. Foto LA NACION

Hugo Alconada Mon
LA NACION

Siempre suele ser directo y locuaz, pero el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, lo fue mucho más ante funcionarios, diplomáticos y legisladores de Estados Unidos, a los que recibió durante los últimos años. Tanto, que además de justificar los prostíbulos en Santa Cruz como una forma de evitar violaciones y declararse el más "proamericano" del Gobierno, se animó a sostener que no es posible ganar la guerra contra el narcotráfico y que su objetivo es no perderla por mucho.

La curiosa admisión de Fernández no es fruto de un exabrupto o de un desliz. Se lo comentó en 2005 a sus interlocutores norteamericanos y lo repitió en 2008 y en 2009. Además, en 2007 se lo planteó al entonces vicepresidente Daniel Scioli para que no hablara sobre la lucha contra los narcos en su campaña para gobernador de Buenos Aires, según surge de cuatro cables confidenciales que obtuvo WikiLeaks y cedió a La Nacion.

"No podemos ganar", planteó el entonces ministro del Interior a mediados de enero de 2005, cuando la delegación liderada por el senador demócrata Chris Dodd y el embajador en Buenos Aires, Lino Gutiérrez, le preguntó sobre la "creciente" presencia colombiana en el país. Aunque como jefe político de las fuerzas de seguridad que deben combatir el tráfico ilegal de estupefacientes ofreció un paliativo a su inesperada admisión: "Lo que no quiero es perder mal".

De allí en más, decenas de cables diplomáticos reservados, confidenciales y secretos datados entre 2005 y 2010 exponen la fluida relación que Fernández mantuvo con el gobierno de Estados Unidos, con el que coordinó esfuerzos, información y estrategias para combatir el flagelo y capacitar a efectivos de la Policía Federal y la Gendarmería, a tal punto que la embajada elogió su disposición y la "excelente cooperación" de las fuerzas.

Eso explica por qué, aun cuando los diplomáticos norteamericanos destacaron en sus cables que Fernández podía ser "grosero", tanto por sus conductas -como cuando se desconcentró en varias reuniones por la presencia de una "atractiva traductora"- como en sus comentarios -como cuando defendió ante una diplomática la existencia de prostíbulos en Santa Cruz, al sostener que "si no tienen un lugar donde gastar su dinero, probablemente violarán mujeres para satisfacer sus deseos"-, la interacción rindió frutos.

"En los tiempos buenos y malos, el ministro ha sido uno de los miembros del gabinete de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner más accesibles y con tendencia a mirar hacia adelante", reconoció el embajador Earl Anthony Wayne en mayo de 2009, actitud que comparó con la de la entonces ministra de Defensa, a cargo ahora de Seguridad, Nilda Garré, con la que trabajar podía resultarle "problemático o espinoso".

Esa franqueza en el diálogo con los emisarios estadounidenses llevó a Fernández a reiterar en 2009 la visión que por primera vez les había planteado en 2005: "No quiero engañar a nadie con que el Gobierno puede ganar la batalla contra las drogas", reconoció, aunque según el embajador también "enfatizó que el Gobierno persistiría en sus esfuerzos" por combatirlas.

Durante el período que abarcan los cables -de 2005 a 2010-, Fernández encarnó además el giro de la posición oficial del Estado argentino ante las drogas. Así, en marzo de 2008 declaró durante una sesión especial de las Naciones Unidas el "fracaso absoluto" de la política centrada en encarcelar a los consumidores. "Digamos la verdad -planteó en Viena-. El negocio del narcotráfico es igual a corrupción, es igual a recaudación y en ese aspecto no sólo no se ha avanzado en el mundo, sino que las organizaciones criminales han crecido sin igual y no hemos estado a la altura de las circunstancias."

Crímenes irresueltos

Fernández repudió entonces que la ley se centrara en castigar a los pequeños consumidores en vez de concentrar las energías y los recursos materiales y presupuestarios del Estado contra los grandes traficantes, visión que reiteró en privado ante los diplomáticos norteamericanos, aunque otra vez les aclaró que de todos modos le resultaba un objetivo utópico.

"Fernández ofreció su evaluación personal de que los esfuerzos de la Argentina contra las drogas han sido un fracaso", informó Wayne a sus colegas en Washington, Viena y el Comando Sur de Estados Unidos. "Cree que la táctica actual captura muchos peces chicos, pero deja que los grandes se escapen", detalló el embajador, que disintió de él. "La experiencia muestra que para atrapar al pez grande a menudo debes comenzar con los pequeños", replicó.

La "excelente relación" de la embajada con Fernández ("AF", como lo definió Wayne) no le impidió también al embajador consignar, cuando la Presidenta lo designó jefe de Gabinete, que el hasta entonces ministro le había transmitido su visión pesimista al vicepresidente Scioli.

Apoyado en datos de inteligencia de 2006 -de los que no aporta más precisiones-, Wayne recordó en un cable de septiembre de 2009 que Fernández le aconsejó a Scioli "que no hiciera la lucha contra las drogas el eje número uno de su campaña" de 2007 para gobernador. "Razonando que los narcotraficantes están bien organizados y con la capacidad de encuadrar políticos, AF sugirió que Scioli sólo aludiera superficialmente a los esfuerzos contra las drogas. Sostuvo que Scioli no debería asumir ese riesgo dado que los crímenes vinculados a las drogas nunca se resolverán."

Aníbal presenta su manual de "zonceras"

El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, se prepara para el lanzamiento de Zonceras argentinas y otras yerbas , un manual escrito por él mismo y que hace referencia al famoso libro de Arturo Jauretche Manual de zonceras argentinas . "Busca ser una clara señal para los compañeros y un espacio de discusión para los que piensan distinto", según su propia descripción. El libro tendrá zonceras publicadas por número. En su sitio web el jefe de Gabinete publicó un adelanto, relacionado con la palabra "autismo", y cómo es utilizada por la política y los medios. El manual será publicado por la Editorial Planeta y el prólogo fue escrito por Cristina Kirchner.

FILTRACIONES INCOMODAS
Perder mal

Embajador Lino Gutiérrez, 21 de enero de 2005: "En la conclusión algo sombría de la reunión, [el entonces ministro del Interior Aníbal] Fernández opinó que "no podemos ganar" (la lucha contra los traficantes de drogas), "lo que no quiero es perder mal".

Los vuelos con cocaína

Segundo de la embajada, Thomás Kelly, 13 de julio de 2009: "Vuelos cargados de cocaína desde Bolivia y Paraguay (...) se cree que usan campos privados en los grandes espacios abiertos de Santiago del Estero, Chaco y el norte de Santa Fé"

Encuadrar a políticos

Embajador Earl Anthony Wayne, 10 de septiembre de 2009: "Razonando que los narcotráficantes están bien organizados y con la capacidad de encuadrar políticos, AF sugirió la (a fines de 2006) que Scioli sólo aludiera superficialemte a los esfuerzos contra las drogas"

http://www.lanacion.com.ar/1362536-clima-de-derrota-frente-al-narcotrafico

Puntos ciegos en el territorio argentino

Puntos ciegos en el territorio argentino

Domingo 03 de abril de 2011

Blind spots . Puntos ciegos. Así es como figuran en los cables de la diplomacia estadounidense las vastas zonas del norte y centro del país por donde transitan los cargamentos de drogas que llegan desde los países andinos rumbo al mercado doméstico y a Europa. Los mismos cables en los que los diplomáticos y sus informantes en las cúpulas de la Gendarmería y de la Policía Federal, entre otros, alertan sobre un tráfico "creciente", beneficiado por los pésimos o corruptos sistemas locales de detección y de reacción.

"En una reunión informativa con funcionarios de la Embajada, el 18 de diciembre, altos oficiales de la Gendarmería dijeron que estaban preocupados por el uso creciente de aeronaves livianas para traer cocaína a través de la frontera norte de la Argentina a pistas de aterrizaje remotas", consta en un cable reservado del 9 de enero de 2009, que obtuvo WikiLeaks y cedió a La Nacion. "La limitada cobertura de radares y capacidad de vigilancia, dijeron, significaba que la Argentina tenía numerosos puntos ciegos grandes en sus provincias norteñas", en particular en Santiago del Estero, Chaco e incluso el norte de Santa Fe.

Un año y medio antes, el 27 de agosto de 2007, como ministro del Interior a cargo de la Gendarmería y otras fuerzas de seguridad, Aníbal Fernández, le había reconocido al entonces embajador Earl Anthony Wayne que los radares argentinos eran "artesanales" y que el país carecía de la tecnología "necesaria para confrontar agresivamente el problema".

Sin embargo, la porosidad de las fronteras no se corrigió. A tal punto que cuatro años después del primer reclamo de la Gendarmería de marzo de 2005 sobre la falta de radares -"un problema importante y creciente", como lo definieron ante sus interlocutores estadounidenses-, el crecimiento de los vuelos clandestinos y la imposibilidad de controlar el tráfico por Salta y Jujuy, que consta en los cables, en marzo y julio de 2009, la Gendarmería insistió en pedir ayuda y donaciones al gobierno de Estados Unidos.Nueva presión

En marzo, el comandante Héctor Schenone le pidió helicópteros de transporte militar ante lo que caracterizó como "una nueva presión de los narcotraficantes operando desde Bolivia", y en julio, la fuerza considerada "socio clave" de la Embajada en la lucha contra las drogas, pidió asistencia para completar un centro de coordinación, con un costo de sólo US$ 14.000 en equipos de computación.

Sin embargo, la fuerza detalló otras dificultades -más allá de la infraestructura y la escasez presupuestaria- para enfrentar a "los miembros de las organizaciones del narcotráfico" que a principios de 2005 la Gendarmería ya había detectado "operando en la zona" de Salta y Jujuy.

Así, los comandantes de la Gendarmería Jorge Tapia y Aníbal Maiztegui -a cargo de la unidad nacional contra narcóticos de la fuerza- plantearon que los jueces federales con jurisdicción en la zona "tenían más interés por asuntos de la política local que por aplicar la ley", resumió el embajador Lino Gutiérrez, que calificó a Salta, dada su ubicación entre Bolivia, Paraguay y Chile, como "la provincia crítica para detener el flujo de drogas ilegales hacia la Argentina".

http://www.lanacion.com.ar/1362538-puntos-ciegos-en-el-territorio-argentino