domingo, 10 de noviembre de 2013

Narco, la nueva guerra argentina

Narco, la nueva guerra argentina
POR MARCELO A. MORENO
03/11/13

Tiene 56 años y mide 1,55. Es difícil calcular su fortuna, pero la estiman en unos 1.500 millones de dólares. Familiero -se casó tres veces y tuvo nueve hijos-, devoto de la Virgen de Guadalupe, lo llaman “El señor de la Montaña” -curiosa nominación, vecina a la del “Viejo de la Montaña”, fundador de la medieval secta de Los Asesinos- y es uno de los cinco latinoamericanos que integran el selecto ranking de la revista “Forbes”, que da cuenta de las personalidades más poderosas del mundo.

El latinoamericano mejor ubicado en esa lista es el Papa Francisco -único argentino seleccionado- y ocupa el puesto número cuatro, después de Vladimir Putin, Barack Obama y Xi Jinping, jefe del Partido Comunista Chino. La presidenta brasileña Dilma Rousseff aparece en el veinte. Y tres mexicanos completan la presencia de nuestra región: el multimillonario Carlos Slim y su familia -12°-, el presidente Enrique Peña Nieto -37°- y Joaquín Guzmán Lorea -67°-, el narcotraficante de 1,55, hijo de un pobre campesino que solía molerlo a golpes, sobre cuya conciencia pesan, según autoridades de México y de Estados Unidos, unas 1.500 muertes.

El Chapo Guzmán, como es más conocido, debe el honor de integrar la selección mundial de superpoderosos porque es el jefe del Cártel de Sinaloa, organización no filantrópica que, según “Forbes”, introduce el 25% de las drogas que entran en los Estados Unidos. De allí que se haya convertido, después de la eliminación de Bin Laden, en el hombre más buscado por las agencias de seguridad de ese país, con una recompensa de 7 millones de dólares.

La sofisticada labor del Cártel consiste en trasladar drogas desde los centros de producción de Sudamérica hasta E.UU., paso previo por Centroamérica y los 17 estados mexicanos en los que opera. Pero no todo son rosas para Guzmán y sus adictos: tiene organizaciones aliadas, pero también poderosos competidores y enemigos, como el Cártel de Los Zetas. Las diferencias entre ellos no se discuten mullida y amablemente, sino con ametrallamientos y decapitaciones, entre una imaginativa gama de delicadezas.

El miércoles pasado vecinos muy jóvenes de la villa La Cárcova de José León Suárez destrozaron y quemaron parte de la comisaría 4° de esa localidad. Rompieron todos los vidrios de la seccional, le arrancaron las puertas y pintaron leyendas en sus paredes que no encomiaban la labor policial. También, prendieron fuego a un patrullero, diez coches particulares y 90 motos que estaban secuestradas en un galpón. Las fuerzas del orden permanecieron atrincheradas en el interior del edificio, hasta que llegó un grupo especial de la Bonaerense que pudo dispersar a los manifestantes.

La indignación la había desatado el asesinato de un chico de 13 años. Según la Policía, había quedado en medio de una pelea de dos bandas de narcos. Según el padre del pequeño, los balazos se los disparó un narco porque “esto está lleno de transas (traficantes) y los policías no hacen nada aunque saben quiénes son”. Según escribieron los manifestantes, “Los transas están todos con la Policía”.

Después del estallido, se supo que en el año tres chicos más habían sido asesinados por la guerra narco, siempre cerca de villa La Cárcova. Se sospecha que un asentamiento que queda pegado a ése, denominado Ciudad de Dios, fue armado expresamente por los traficantes.

Todo esto no constituye una rareza en un país en el que la casa de un gobernador fue baleada por narcos y dos cúpulas policiales de importantes provincias cayeron sospechadas de estar en connivencia con esa clase de delincuentes.

De acuerdo al último informe de la Oficina de la ONU sobre Drogas, la Argentina es el primer consumidor de cocaína en América Latina, sólo superada en el continente por EE. UU..

En Wikipedia se puede leer que “el Cártel de Sinaloa ha demostrado su capacidad para establecer operaciones en zonas previamente desconocidas, como América Central y América del Sur, incluso tan al sur como Perú, Paraguay y Argentina.” ¿Será que nuestra sociedad le presenta un atractivo irresistible a ricos y famosos como el Chapo Guzmán?

El llamativo hacer nada -no hay noticias sobre ningún plan integral, preventivo o punitivo, a nivel nacional, para luchar contra el fenómeno narco y la SEDRONAR, organismo específico, desde marzo que se encuentra acéfalo- es mucho más que una prolongada desidia gubernamental argentina: significa colaboración en estado de máxima pureza con el Chapo, sus amigos y sus competidores.

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