lunes, 25 de mayo de 2009

Las madres del pañuelo negro

SOCIEDAD

Las madres del pañuelo negro


sus hijos son adictos al paco. todos los jueves marchan en la 
plaza de mayo. quieren que la presidenta las reciba.



Silvina Schuchner. 
sschuchner@clarin.com

Llevan un pañuelo negro cubriendo sus cabezas, sin nombres ni inscripciones, como una señal de duelo, como una muestra del dolor y la impotencia que sienten porque sus hijos se están muriendo por su adicción al paco. Son las madres del pañuelo negro. Cada jueves al mediodía se encuentran en la Plaza de Mayo y dan vueltas alrededor de la Pirámide , como lo hacían antes las Madres de Plaza de Mayo, sobre sus mismos pasos donde quedaron en el suelo pintados los pañuelos blancos. Pero no lo hacen en silencio, con un megáfono que pasa de mano en mano buscan que la gente que a esa hora cruza la plaza apurada, se detenga por un momento a escucharlas. Tal vez a ayudarlas. Piden que la Presidenta las reciba, quieren comunidades terapéuticas cerradas que atiendan a sus hijos y los saquen de su adicción a las drogas. Vienen de distintos barrios y villas de la Ciudad y el conurbano. En los últimos meses también se han sumado madres de Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Chaco, que marchan en sus ciudades. 

María Isabel Rego, de la Red de Madres por la Vida de Avellaneda, dice que adoptaron los pañuelos negros como símbolo del genocidio. "Los chicos se están muriendo, no hay estadísticas, pero si no terminan muertos cuando se drogan entre ellos, se mueren por la policía o por salir a robar". ¿Por qué siempre son las madres las que encabezan estas luchas? "Porque somos nosotras las que los criamos, les dimos todo y estamos cansadas de la burocracia que significa internarlos".

"No sabés lo que sufre una madre cuando se entera de que su hijo es adicto. Mi hijo hace cinco años que está en esto. El otro día se fue y hoy apareció desnudo, deshidratado. No hay lugares públicos donde internarlo porque son de puertas abiertas y se escapa. Y los privados cuestan unos $ 6.000, ¿quién los puede pagar", dice Betty Calabró (50), mientras marcha de la mano de su nieta Micaela, de dos años. Betty integra la Red de Madres y Familiares Víctimas de la droga, y va cada jueves a la plaza desde el 30 de diciembre, día en que empezaron estas marchas. Muchas de las madres se conocieron en la soledad de los pasillos de los hospitales tratando de internar a sus hijos. "Soy encargada en un edificio de Flores, no soy de una villa. Hoy el paco está en todas partes", aclara Betty por si hiciera falta y recuerda que cuando empezaron era diez madres de la Villa 21, Ciudad Oculta, San Telmo, Barrio Norte. "Le dejamos una carta a la Presidenta y nunca nos recibió".

Amalia Zarlenga (64) nunca se separa de su pañuelo negro, pertenece a la Red de Madres por la Vida. "Soy una mamá que lucha contra el paco hace 12 años, desde que Pedro se volvió adicto. Nuestros hijos aparecen un día con carácter impulsivo, pateando puertas, apretándonos para que le demos plata, sacando lo que hay en la casa. Un día se llevó el lavarropas, otro día intentó llevarse el televisor. Yo vivo en un PH en Devoto y tuve que vivir con guardia policial, esconder las llaves porque se llevaba todo. Hasta lo hice poner preso. Esta enfermedad es diferente a cualquier otra, acá los enfermos no se quieren curar porque la droga los tienen tan enroscados que ellos ni se dan cuenta de cómo están". 

En un pasillo de hospital, Amalia se cruzó con María Rosa González y gracias a ella consiguió una beca del Sedronar para poder internar a su hijo. "Un día aprendí que era mejor involucrarse para que podamos ayudar a más chicos". Dice que su hijo está saliendo, muestra una foto y pregunta: "¿No es un hermoso muchacho? ¿Se me parece un poco?", y se ríe. 

María Rosa González, una de las pioneras en la lucha contra el paco, asegura que cada vez se unen más mujeres. "Conocí madres de Salta, Corrientes, Córdoba, Chaco, Tucumán, que están en la misma lucha. El paco es un genocidio, está en todas partes. En Ciudad Oculta, donde yo vivo, no hacés ni tres pasos y tenés cinco que te ofrecen paco a $ 7 a $ 10. Nadie se hace cargo de nuestros hijos. Son chicos que aún cuando se recuperan quedan enfermos psiquiátricos para toda la vida y necesitan atención". 

Cuando se les pregunta por qué eligieron reunirse en el mismo lugar que las Madres de Plaza de Mayo, no dudan. "Porque somos madres como ellas, con diferente dolor -dice Sarlenga-. A ellas sus hijos no les pegaron, no les robaron, no las maldijeron. Ellas perdieron a sus hijos y nosotras sentimos que perdemos a los nuestros por el paco". 

Nota publicada en el suplemento mujer de Clarín 

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