lunes, 1 de febrero de 2010

"La tumba" de los pibes chorros

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"La tumba" de los pibes chorros

Desde 2002, 28 chicos se quitaron la vida en los Institutos de Menores. Penales que son "peores que cárceles". La responsabilidad política y los programas "cartón pintado".

por Cecilia Di Lodovico

“Asesinaron a un ingeniero de San Isidro”. La noticia alarmó a la ciudadanía que, impávida, fue testigo indirecto de la voracidad de la inseguridad. Se trataba de Ricardo Barrenechea, un padre de familia de 46 años. El homicidio ocurrió el 21 de octubre del pasado año, en la puerta de su vivienda, a plena luz matinal. Pero el horror aumentó cuando los medios difundieron la presunta vinculación del crimen con dos menores: Brian y Jonathan, de 16 años. Inmediatamente, la presión social y mediática recayó sobre los jueces y los funcionarios. Una vez más, se volvió a pedir la baja de la edad de imputabilidad y comenzó una especie de “caza de brujas” que repercutió directamente en los Institutos de Menores de la Provincia de Buenos Aires.

En tanto, sin que ningún magistrado de La Matanza tenga conocimiento, se inauguró un Instituto de menores en Virrey del Pino. Una decisión que puede calificarse como apresurada, ya que, el establecimiento no contaba aún con un equipo profesional ni enfermeros. Sólo permanecían en el lugar los adolescentes extraídos de otros institutos y unos pocos preceptores. Tremenda fue la impresión que se llevó uno de ellos cuando abrió una de las celdas y se encontró con Damián “colgado” del techo. Corrió desesperado hacia la dirección. En otra de las habitaciones, Jonathan, había corrido la misma suerte.

El “Centro cerrado La Matanza” había abierto –paradójicamente- sus puertas 10 días antes de la tragedia. No está de más apuntar que el centro fue diseñado por el Servicio Penitenciario bonaerense. En esa oportunidad, el ex director de Institutos Cerrados de la provincia de Buenos Aires, el sacerdote Alejandro Blanco, manifestó a Página/12 que el Centro de Régimen Cerrado matancero funcionaba en un edificio “muy bien construido, muy sólido, pero que fue concebido con un concepto penitenciario que no se corresponde con lo que dice la Convención de los Derechos del Niño”.

“Desde que se conocieron la muerte de los chicos, se dio una ola de intentos de suicidios en Lomas. Tuvimos que “descolgar” a varios pibes”, indicó a este diario Fernando Fernández, quien se desempeña en el Instituto de Lomas de Zamora, es delegado de ATE Sur y conoció a Damián.

Pero el fenómeno no es nuevo, durante el gobierno del disidente Felipe Sola, 26 chicos se ataron al cuello las sábanas y se colgaron de una rendija que sobresale en el techo de las celdas. En ese momento, Cristina Tabolaro era la responsable del área provincial de minoridad. Cuando volvió al frente de la subsecretaría en la gestión de Scioli, tras el desplante de Martha Arriola, se sucedieron los suicidios de Jonathan y Damián.

Arriola había sido desplazada de su cargo tras calificar como “una barbaridad y una irresponsabilidad” culpar a los menores por la ola de delitos en relación con el proyecto de Scioli de bajar la edad de imputabilidad. Además, la platense, que venía exigiendo al mandatario bonaerense mayor presupuesto, llegó a definir como “catastrófica” la situación de la niñez en la Provincia. Pero su crítica no terminó allí, también cuestionó en duros términos al ministerio de Salud comandado por Claudio Zin por no colaborar con la asistencia de los jóvenes drogadependientes, y a la cartera de Seguridad, a la que culpó de difundir datos erróneos sobre delincuencia juvenil.


Carlos Martínez, presidente de Asociación Argentina de Prevención del Suicidio, dijo a 24CON que si bien, estadísticamente, en el mundo las franjas étareas más comprometidas, tanto en intentos como en consumaciones de suicidio, son los adolescentes y los mayores de tercera edad, “hay un montón de elementos que exacerban el suicidio adolescente en una situación de encierro”. “Estos chicos viven en un ámbito carcelario en crisis, con el condimento de irregularidades en lo judicial: ahí adentro, conviven chicos procesados y chicos condenados y están todos juntos”, manifestó Martínez.

Asimismo, el especialista explicó qué es el “efecto de imitación”: “Hay una característica que tiene que ver con lo imitativo, con la identificación. En un ámbito cerrado esto se potencia. El suicidio es una solución a un problema. Es decir, el que lo intenta lo hace para dar fin a un problema. Una de las características de la personalidad suicida y del discurso suicida tiene que ver con la rigidez cognitiva y con la falta de estrategias de enfrentamiento a los problemas. De hecho, mis pacientes, a medida que van avanzando en el tratamiento, y van viendo que pueden resolver los problemas de otra manera, no intentan más suicidarse. Que alguien intente una solución vía un intento de suicidio, habilita a que otros tomen el mismo camino. Porque, si vos sumás una situación familiar disfuncional, un cuadro psicopatológico, una situación de exclusión y una situación de sociabilidad restringida, más todo lo delictual y lo desestructural que tiene que ver con aquella situación que llevo al adolescente a un instituto cerrado… Son un montón de factores que hacen que el tormento del chico sea inabarcable para su cabeza”.

En otros lugares del GBA –continúa- se autolesionan con los vidrios de las ventanas o con vidrios de botellas, también se queman con cigarrillos. La forma en cómo se lastiman no tiene mucho que ver, sino que tiene que ver con esta situación que sumado a una historia de exclusión de estos chicos a ambientes familiares disfuncionales, se encuentran en un contexto institucional que no le brinda todos los recursos, pero que tampoco se los brinda al profesional ni a los que participan en el cuidado de los chicos”.


-¿Cuál es el sentido de esa agresión?

-Teóricamente, las autolesiones, el dolor físico, o la misma sangre, alivia el dolor psíquico que es mucho más atormentante que el dolor físico. Entonces, el efecto de ese registro de dolor físico, devuelve una identidad perdida por el dolor psíquico, por el dolor de la alienación".

"Si una de las vías de salida de la ideación suicida es la sociabilidad, ahí está sumamente restringida. De hecho, ahí adentro la sociabilidad que hay, a veces, es tóxica. Hay tres estratos claramente diferenciados que son: profesionales, guardias y menores. Todos están bajo la misma regulación institucional. A esto le sumas un contexto mucho más ampliado, donde el régimen de estos chicos no está todavía establecido, en algunos casos, no está cuidado, hay una desatención o una deficitaria atención de todo el tema judicial en los adolescentes. Obviamente que una de las manifestaciones de denuncia de ese malestar van a ser los intentos de suicidio. Sucede en cualquier institución cerrada como cárceles, fuerzas armadas, en las fuerzas de la seguridad y hasta en seminarios religiosos.

Desde la Rioja, el juez de menores Rodolfo “Chango” Brizuela, habló con 24CON respecto a la apertura del “penal” de menores en La Matanza y sobre la muerte de Damián y Jonhatan. “No había nada y, por el hecho de haberlo inaugurado en esas condiciones, el suicidio de los chicos es una responsabilidad de la Provincia, Desarrollo social y la subsecretaria de minoridad. Los mandaron ahí sin ningún tipo de contención”. Además, Brizuela apuntó que el centro “lo habilitaron sin comunicárselo a nadie. Los jueces que estábamos en La Matanza no sabíamos que lo iban a inaugurar”.
El magistrado, que preside el Juzgado de Menores N° 3 de La Matanza y ahora el nuevo Fuero Penal Juvenil bonaerense, es celebre entre sus colegas por haber atravesado, en su infancia, el infierno de un instituto de menores. Él, cuando de encierro se trata, sabe muy bien de lo que habla. “Hoy en día, los institutos son peores que cárceles. A los chicos los ponen en calabozos donde tienen, con cemento armado, una mesa ducha y sanitario. Los tienen ahí encerrados durante 48 horas y los sacan dos para que vean el sol. No van a la escuela, no trabajan ni aprenden oficios”.

-Sabiendo que los adolescentes permanecen encerrados en estas condiciones, ¿Por qué los jueces los siguen enviando allí?
-Porque estos chicos cometieron homicidios y es la única herramienta que el Estado ofrece. Pero acá se están olvidando que los chicos que cometen delitos son víctimas. Es decir que, con la nueva Ley de minoridad que se está aplicando desde noviembre de 2008, el Estado se ha ocupado de ver a los chicos que cometen delitos y se olvidaron de los derechos de los chicos. Al mismo tiempo, dicen que en los Institutos se violan los derechos del Niño, pero ¿no se están violando cuando los pibes no tienen qué comer, cuando fuman paco o cuando fueron abusados? Hace falta tomar medidas preventivas urgentes, porque si no, los vamos a perder a todos.


Por el momento, la investigación judicial, que está llevando adelante la UFI Nº 3 de La Matanza, se centra en si en la muerte de los menores el Estado incurrió o no en abandono de personas, dado que uno de los jóvenes muertos ya había intentado quitarse la vida en varias oportunidades y no había recibido atención psicológica.

Otra categoría dentro del sistema de minoridad son las “casas de abrigo”. Allí, concurren chicos que fueron abusados (son los casos más numerosos y, en su mayoría, los atacantes fueron sus familiares, padres o hermanos), que padecen situaciones de violencia familiar y chicos de la calle, todas estas situaciones, atravesadas por la pobreza y la marginación. “Las políticas de contención no existen. Están acá porque no tienen dónde ir, los Derechos del Niño son vulnerados continuamente. Se supone que la Ley de Minoridad establece un máximo de 10 días para que los niños sean derivados, según cada caso, a una institución que les de una atención más acorde. Pero lo que sucede es que tenemos chicos que están hace 5 meses. Durante ese tiempo, los chicos no estudian y no se les ofrece una atención acorde a su necesidad. En cambio, los chicos abusados conviven con chicos de la calle o con pibes que son chorros pero que “cayeron” por otra cosa”, alerta un profesional que integra uno de los equipos de las casas de abrigo de la Provincia, que prefirió no dar su nombre por temor a represalias.


En ese entorno, “hay chicos que adquieren una cultura tumbera. Son chicos de 10 años que hablan de “la tumba” y que adquieren modismos propios de la cárcel. Lo hacen como una suerte de pertenencia y de identificación. Lo hacen para presentarse al otro, es como la pertenencia de los excluidos, es el grupo que ellos se identifican porque de allí provienen, sus padres tal vez están presos o se vinculan en el barrio de esa manera”.

Por otro lado, la fuente indicó que muchos de los programas que anuncia en la materia el Gobierno de la provincia son “cartón pintado”, “no existen y si existen, son muy limitados”. “Hasta parece un chiste de mal gusto ingresar al sitio web de la subsecretaría y, al clickear en los programas, se abre una página que anuncia “en construcción”.

Al mismo tiempo, el informante denunció que parte del problema es que las ONG´s “conveniadas” (asociaciones vivenciales, casas de día, asociaciones terapéuticas) “no cobran, desde hace meses, los 500 pesos por atender al niño”. “La situación no da para más”.


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