domingo, 7 de febrero de 2010

Ronda, jueves 4 de febrero de 2010

Cuando estamos juntas y las miradas se unen, las palabras surgen, la fuerza renace. Es indescriptible lo que se siente, lo que se produce en nuestro interior, cuando en un grito desesperado declaran –no quiero seguir así, -estoy destruido, -necesito internarme, -no puedo más etc. etc. etc.… ahí viene el peregrinar, la burocracia nos golpea a cada paso que damos, pero seguimos porque ese ser tan delgaducho con aspecto fantasmal, tiene derechos. El principal derecho, es el derecho a la vida, necesita atención en su salud, necesita reencontrarse, ¡necesita vivir!

Ahí estamos las madres, familiares y amigos, fortalecidos ante la adversidad, unidos en el amor, comprensión sin juzgar, entendiendo que todos debemos comprometernos, sabiendo de que no hay una receta mágica. Pero de lo que estamos seguras es, que la única manera de sanear nuestra sociedad es con el compromiso de todos, debemos dar batalla al egoísmo (el individualismo), a la hipocresía (la mentira), la inseguridad (la injusticia), a la violencia estructural (la corrupción). No solo aquellos que están sumidos en el consumo deben recuperarse, sino que como sociedad entera debemos hacerlo y fundamentalmente los que tienen el compromiso y la responsabilidad de gobernarnos, son doblemente responsables, ellos prometieron, ellos se comprometieron pidiéndonos el voto para ser elegidos, por lo tanto hoy los gobiernos no deben darnos la espalda, es por eso que ya hace muchos años que las madres estamos reclamando con infinita paciencia, que se decidan de una vez por todas a hacerse cargo de que ellos y nadie más que ellos son los responsables de que las drogas circulen libremente, de que en torno de las adicciones se hagan espectaculares negociados, de que los chicos se nos mueren todos los días mientras esperamos que se decidan a ¡trabajar! Por un plan de políticas públicas nacional e integral, en salud, educación, cultura, trabajo y desarrollo, en fin, porque no solo los que consumen está sufriendo esta locura de una Argentina convulsionada, sino que todos nuestros hijos necesitan saber que habitan y son ciudadanos de un país en serio, en donde las instituciones funcionen, y sirvan al ciudadano.

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